Odio el tenis pero soy el campeón del mundo

Tengo siete años y detesto el tenis, lo odio con toda mi alma, y sin embargo sigo jugando, sigo dándole a la pelota toda la mañana, y toda la tarde, porque no tengo alternativa. Por más ganas que tenga de parar, no lo hago. Sigo suplicándome a mí mismo parar, y en cambio sigo. Y ese abismo, esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago, me parece la esencia de mi vida”. He aquí una de las perlas de las memorias de Andre Agassi (OPEN, 2009).

Paradoja: nada desmotiva más que preguntarte continuamente si estás motivado. “¿A quién le importa que odie el tenis? Toda esa gente de ahí fuera, todos esos millones de personas que odian el trabajo con el que se ganan la vida, van a trabajar todos los días. Tal vez hacer lo que odias, hacerlo bien y con alegría, es la clave.”

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Nos gusta interpretar los hechos desde su vertiente sentimental, y hablar de emociones y de vocación. Pero las historias reales de éxito discurren por derroteros muy distintos. El entrenamiento cansino siempre vence al talento. “Mi odio al tenis se focaliza en el dragón, una máquina lanzapelotas modificada por mi padre, que escupe fuego por la boca a 180 kilómetros por hora. Su trayectoria hace que esas pelotas resulten imposibles de devolver de una manera convencional (…) Si hago 2.500 al día, devolveré 17.500 pelotas a la semana, y al acabar el año habré devuelto casi un millón. Mi padre cree en las matemáticas. Los números, dice, no engañan. Un niño que devuelve un millón de pelotas al año será invencible”.

Estos ejemplos deportivos son aleccionadores. Pero nos hacen preguntarnos si no habremos ido demasiado lejos. Si a la postre, la historia de Agassi resulta ejemplar o contraproducente. “Tú tienes que comer tenis, que dormir tenis, que beber tenis –le decía su padre-. Es la única manera de que llegues a ser número uno.” Y confiesa, “mi padre era incapaz de distinguir entre quererme a mí y querer el tenis”.

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¿Se puede llegar a ser el número uno siendo una persona normal?, ¿sin quedar tarado o ser hijo de un tarado? El libro más bien lo descarta. Bajo las vestimentas blancas del tenis y su ambiente elegante, se esconde un mundo sórdido de enfrentamientos agónicos, de prepotencia y vanidad. No se compite al límite, nos pasamos tres pueblos. Infiltraciones, intervenciones quirúrgicas, substancias vigorizantes. Los tenistas vomitan, padecen indisposiciones y fracturas. En ocasiones hay que recogerlos en ambulancia.

Andre no se muestra especialmente orgulloso de su trayectoria existencial. Y nos ofrece otras perlas muy en línea de nuestra filosofía. La obsesión por la perfección no es buena, ni siquiera desde el punto de vista práctico. “Brad [su entrenador] opina que mi problema básico, que amenaza con poner fin a mi carrera prematuramente –y que parece una herencia paterna- es el perfeccionismo. Tú siempre intentas ser perfecto, dice, y siempre te quedas corto, y eso te jode la mente. Por culpa de tu perfeccionismo, tu confianza se va al garete”.

“Intentas que todas las pelotas que lanzas sean grandes puntos, cuando, un noventa por ciento de los casos, con mantener el rumbo, mostrarte consistente y limitarte a lo básico, tendrías bastante para ganar. Asumes un riesgo excesivo. Y no te hace falta asumir tanto riesgo. A la mierda el riesgo. Tú deja simplemente que la pelota siga en movimiento. A un lado y a otro. Con facilidad, suavemente. Con solidez. Sé cómo la gravedad, tío; tú como la gravedad, joder. Cuando persigues la perfección, cuando conviertes la perfección en el fin último ¿sabes qué estás haciendo? Estás persiguiendo algo que no existe. Y haces desgraciados a todos los que te rodean.”

Una defensa del día a día y del ritmo ordinario, que proponemos en este blog. No se puede vivir de lo extraordinario. “¿La perfección? Habrá unas cinco veces al año en que te despiertas perfecto, en que no puedes perder contra nadie. Pero no son esas cinco veces al año las que te hacen jugador de tenis. Ni ser humano, ya puestos. Son las otras veces.”

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¿No se podría plantear un concepto alternativo de éxito profesional y vital? Cómo reconocía Marilyn Monroe: “he tenido éxito en la vida, ahora quiero que mi vida sea un éxito”. ¿Cómo promover competiciones deportivas y carreras profesionales más amigables con lo cotidiano, y con los talentos medios -que por definición son mayoría?

Andre escribe el libro desde el atalaya de su mediana edad. Desde la perspectiva serena de un padre de familia, casado con Steffi Graf y con dos hijos. Dedica sus desvelos a la Andre Agassi College Preparatory Academy. Ahora su vida ha adquirido estabilidad y un sentido. Y se siente razonablemente feliz, a pesar de salir derrotado en la cancha. Quizá en esto, pudiéramos hallar alguna pista del replanteamiento que buscamos.

17 comentarios en “Odio el tenis pero soy el campeón del mundo”

  1. La perfección de lo imperfecto. El éxito de la constancia.
    Una prueba la tuve este veranos haciendo el camino de Santiago. Al principio podían pasarme personas más jóvenes y con pinta deportista…pero, al final de las etapas, solía llegar antes. No tenía sus facultades físicas, pero tenía otras facultades que me permitían hacerlo 🙂
    En todo caso, casi elevo a nivel de tortura mental y física intentar ser perfecto.
    Gracias por el artículo.

    1. Ana Laura Robles Guadarrama

      considero que la perfección de hacer es un estado mental de satisfacción y gratificación personal, claro esta que en el trabajo no basta si tienes un jefe al que le importe que sus ideas sean seguidas de manera indiscutible, eso cansa y desanima y entonces estas cansado de tu propia batalla contra la perdida de ti libertad, valia y autenticidad.

  2. Molt interessant! Fa anys, vaig traduir un llibre de citacions de premis Nobel, i una que sempre recordo (però hauria de buscar l’autor) és aquesta: «Allò que més valoro són els fracassos esplèndids dels homes».
    Una abraçada!
    Josep

  3. Excelente reflexión que nos sugiere muchas cosas. Siempre he creído que el deporte de alta competición como metáfora del éxito es un error. Sin embargo, creo que los valores de saber competir, saber ganar y esforzarse por mejorar sin estridencias son buenos.

    1. Das en el clavo. De la misma forma que las modelos de pasarela generan anorexia, los modelos de éxito profesional generan distorsiones de vida y frustraciones. Deberíamos volver a los «héroes» de barrio, conocidos en su casa a la hora de comer, a la gente normal. Estos son los que levantan un país. Este verano leía El Heroe Discreto de Vargas Llosa, interesante la idea.

  4. Interessant article Gabriel,

    «Nada desmotiva más que preguntarte continuamente si estás motivado. »
    Jo diría que si t’ho preguntes més de dos cops la resposta és evident. Ara, recordem també que existeixen motivacions externes (popularitat, pasta…) i això fa que … fem. Només cal preguntar-se si això no existis, jugaries a tenis cada dia tant? Llavors, que és el que et mou (intrinsecament)?

    «¿Se puede llegar a ser el número uno siendo una persona normal?»
    Mozart, Dalí, Curie, Nash…. normals?

    Que ens produeix gaudir (disfrutar, estar en pau….): l’equilibri, les obsessions, la possibilitat de poder anar de un lloc a l’altra… tot i que el camí s’albira difícil?

    Article mooooolt suggerent.

    Gràcies.

    1. La motivación es un tema esencial del comportamiento organizativo, lo que critico es su dimensión emocional como prevaleciente. Es más verdad que quien trabaja bien se siente a gusto, que quién se siente a gusto trabaja bien. Defiendo, efectivamente, el sentido de realización y de sentido en el trabajo.

      También domina una moral de los extraordinarios, que no ayuda a la mayoría que somos ordinarios. Por lo que sé de los tres que citas el único un poco normal, al menos cotidiano, era Dalí. Bach es otro buen ejemplo del estilo que defiendo, del oficio por encima de la genialidad.

      Yo tampoco tengo ideas pristinas, concluyentes. Josep, pero sí sé cuáles no van a funcionar y hacen daño. Muchos critican, como Agazzi, aquello mismo que les ha puesto en la situación de ser escuchados criticándose,

      Has captado muy bien la fuerza, y la dificultad de lo que plantea en el artículo. A reveure aviat més enllà del virtual.

      1. Hola Gabriel,

        Pero las frases «quien trabaja bien se siente a gusto» «quién se siente a gusto trabaja bien», des de mi punto de vista se complementan. Ya que para trabajar bien hay que tener una predisposción, unas ganas, creer en lo que haces. No creo que se pueda trabajar bien «porque es lo que toca» sin que después hayan consecuencias emocionales en uno mismo. Un trabajo hecho con gusto, con passión y vocación no es comparable a uno que se hace por obligación.
        Des de mi puento de vista encontrar la vocación, es encontrar por lo que servimos, por lo que tenemos más potencial que normalmente es lo que nos gusta más. Y, todo esto se convertirá en productividad y felicidad en el trabajo. Y autorealización.

        Saludos

  5. La vida, el trabajo, la motivación, la pasión, el amor… Lo más sagrado que tenemos como seres humanos es indudablemente la vida misma, la vida inspira, motiva, alienta -por eso es que los hijos son una bendición-. Sin embargo hacer lo que tenemos que hacer por obligación le han llamado trabajo, -y con justa razón desde esta premisa-, no obstante lo que hacemos con amor y con pasión es lo que le da sentido a nuestra existencia. El reto radica en encontrar primero el sentido de nuestra vida y nuestros talentos naturales, heredados; tal vez no explotados por nuestros padres en sus propias vidas, tal vez desperdiciados en la propia. ¿Por qué no explotados?, ¿por qué desperdiciados?, probablemente por cuestiones culturales, sociales, económicas, familiares, en fin, vayamos incluso más allá, ¿Nos reconocemos como seres humanos con talento?, ¿con aficiones?, ¿con intereses particulares?, ¿vamos creciendo como quieren nuestros padres o cre-siendo como queremos ser?, ¿fomentaron en nosotros el desarrollo de nuestros talentos?, ¿lo hacemos con nuestros hijos?, ¿lo hacemos con nuestros alumnos en la escuela?, ¿Me formaron para ser un excelente empleado o una persona feliz y realizada?
    Qué tienen que ver todas estas interrogantes con lo que implica «odiar el tenis, pero ser el campeón del mundo», por un lado, la frase expresa la posibilidad de hacer algo por obligación y por convicción y a pesar de ello ser el mejor, de forma literal, pero con la idea desarrollada encontramos aspectos de perfección, motivación y constancia, me atrevería a escribir que en la analogía que se hace con la vida misma, es decir con lo que amamos en la vida y que hacemos con pasión está la clave no sólo del éxito, sino de la felicidad. No podemos amar lo que hacemos si no nos amamos a nosotros mismos. El éxito no da la felicidad, la felicidad, al igual que la motivación nace en la propia persona y muere en ella misma. Nuestra felicidad no puede depender de las demás personas, de lo satisfechas u orgullosas que se sientan de nosotros, primero debemos sentirnos satisfechos y orgullosos de lo que somos capaces de hacer y de la vida que nos hemos inventado, del excelente libreto que actuamos en esta puesta en escena llamada: VIDA, de ahí la urgencia por reconocer el sentido de nuestra vida desde nuestros gustos y talentos lo antes posible, eso nos dará la felicidad y seguramente el éxito personal, y después de ello habría que apostar por ser disciplinados en todo lo que hacemos.

  6. Bufa, cuántas ideas apasionadamente presentadas. Como te decía en otro comentario a ver si conectamos. Me encuentro en una fase de principio de año preguntándome cosas como las que dices y me ayudas.
    Mi articulo no hace justicia a la historia completa de Agazzi, después de una primera época en qué odiaba lo que hacia, tuvo su reconciliación con su herencia y volvió a las pistas desde otro planteamiento.

    1. la perfección puede llevarnos a tantas tragedias en la vida, como lo sucedido a los atletas rusos que u otros atletas que usan sustancias para ser los mejores, cuantos son capaces de sobreponerse ante la infelicidad que lleva someter a una persona a una disciplina ferrea que no desea, agassi es un ejemplo de sobrevivencia, pero quieres ser tu el que destruya a un ser querido o a un amigo o a ti mismo? piénsalo bien.

  7. Pienso que la perfección es una meta inalcanzable, que te pedirá insatisfacciones, aunque lo hagas bien. Sobre el talento y el supuesto odio de Agassi, no lo veo así, considero que el tenia una debilidad con el tenis, que fue eliminada y convertida en una fortaleza, al ser constante, aprender y evolucionar a niveles superiores de adiestramiento y preparación. En otras palabras, según mi concepto, toda fortaleza, fue antes una debilidad que con dedicación y aprendizaje, fue transfomada.

  8. La perfección no está al alcance de ningún humano pero te puedes acercar a ella sacando todo lo que llevas dentro y rindiendo al máximo de tu nivel. supongo que Agassi se refiere a esto . .

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