Después de un tiempo de no hacerlo la semana pasada asistí a la reunión de vecinos de mi escalera. Nunca pensé que nuestro inmueble pudiera tener tantas amenazas: lluvias torrenciales, pájaros, polizones, perros, turistas en borrachera, exaltados manifestantes (que me quemaron la furgoneta), grafiteros, ladrones de bicicletas, normativas municipales, paredes en mal estado, riegos descompensados que mojan terrazas ajenas. ¿Cómo entendernos con los vecinos?
Con todo, para mí lo más interesante son los papeles y personajes que discutían en la sala de estar del 3º 2ª. Cada loco con su tema: mis humedades, mis ruidos, la rampa para facilitar la movilidad de mi tío abuelo, el cartel luminoso de mi comercio de la planta baja. ¿Por qué cuesta tanto avanzar en una reunión de vecinos? ¿Por qué tantos salen desconsolados, con sensación de incomprendidos o asustados por las derramas? ¿Cómo promover el consenso?
Con algunas corbatas de más y algunas mujeres de menos, las reuniones de comité directivo de empresa pasan por dinámicas parecidas. Cada directivo entra con la idea de apropiarse lo que va bien, y argumentar contra otro lo que sale mal. Atacar y defender, haciendo bueno el dicho: “Errar es humano. Pero es más humano todavía echarle la culpa a otro”.
Entramos así en el círculo del LOSE-LOSE, que verificamos tantas veces en los equipos de dirección. El análisis no se enriquece, porque sistemáticamente defendemos nuestras posiciones y rechazamos las de los demás. En la dimensión racional no se mejora, y en la dimensión emocional se sale peor de se entra. Con episodios de minusvaloración del mérito propio, de apropiación del mérito ajeno, vanidad, narcisismos, fuego cruzado, resentimiento, miedo… Se viven las reuniones como una lucha, ni aprendemos ni lo pasamos bien.
Se cae en el síndrome de la dilución de la responsabilidad. Los empleados se excusan en sus jefes, los jefes se excusan en los empleados o en la competencia. Los de ventas atacan a los de diseño del producto y los de marketing al controller. Nos vemos como víctimas: de la crisis o del gobierno –como hacían Tip y Coll.
¿Cómo revertir esta dinámica escapista y bloqueadora? ¿Cómo lograr que cada uno asuma la parte de responsabilidad necesaria para poner en marcha el proceso de mejora organizativa? Sólo si reconocemos que somos parte del problema, estaremos en disposición de tomar parte en la solución.
Directivos, padres y políticos no se atreven a reconocer errores. Tienen miedo que eso les reste autoridad, que les haga perder votos. ¿Es esto así? Yo daría mi voto al político que reconociera que de las 10 cosas que se propuso, hay 2 que no ha empezado y otras que están a medias. Entonces sabré que me puedo fiar de él cuando diga las 4 que sí le han salido bien.
El reconocimiento de la propia limitación, de la necesidad de mejorar, es el inicio de toda sabiduría. Todos somos incompetentes, pero lo somos de formas distintas. Todos somos incompetentes, pero a la vez tenemos más potencial del que creemos. Un competente es un incompetente insuficientemente diagnosticado. Pero también un incompetente es un alto potencial insuficientemente desarrollado. El proceso acaba bien, aunque al principio tengamos que ponernos rojos.
¿Nos atrevemos a reconocer ante los demás, un tema en qué vamos flojos? (Y no vale el inglés o la informática). ¿Nos atrevemos a invertir la tendencia a verse como culpable de lo bueno e inocente de todo lo malo?
Pensad la fuerza que tendría que cada uno en su equipo natural -en su particular «comunidad de vecinos»- en lugar de pavonear sus virtudes, reconociera un compañero mejor que él en algún aspecto. Alguien que es mejor en cumplimiento de plazos o que escribe de maravilla, o con encanto para convencer en situaciones conflictivas. Con un plantel así no es preciso cursar programas externos de Perfeccionamiento. El máster lo tenemos en casa.
Esta es la esencia de la nueva propuesta del Managing Incompetence.
Humildad. En el pilar de base de toda gestión, ya sea profesional, personal o espiritual.
Un abrazo y gracias por tu inspiración.
La Humildad no suele ser el motivo por lo que crecen los proyectos, pero sí es la razón que evita que estos se hundan. Mi fórmula, que creo que conoces, es que el VALOR PROFESIONAL = VALOR PROFESIONAL OBJETIVO / POR LO QUE SE LO CREE
Tenemos que tratar de acrecentar el numerador, pero sin que el denominador suba más todavía. Neymar sin ir más lejos.
Gracias Javier
He tenido el gusto de participar en una reunión de vecinos con propietarios de diferentes países UK , Suecia, Noruega. La diferencia entre la educación de los expositores, con respeto, con consideración el trabajo q realizan los responsables, el apoyo para obtener un bien común..
Francamente la diferencia es extrema.
No me extraña lo que comentas Adalis. No sé si llegaste a conocer el programa de Tip y Coll «dame la manita Pepeluí». Era una parodia española de esta actitud de culpar a los demás como culpables, sintiéndose víctima… del gobierno en definitiva.
Lo más divertido es que, en cambio, no creo que en ningún otro país, exista la figura formal, obligatoria, burocrática del administrador de fincas que poco hace. Sí podría hacerlo si se dedicara, en lugar a la bucocracia a la facilitación de la dinámica de la reunión en la línea que aquí apuntamos. Muchas gracia por tu aportación
Ayer tuve reunión con mis vecinos y las reuniones fluyen correctamente. Nos conocemos mucho y sabemos gestionar los momentos de «desfogue y caos» de los momentos en que hay que avanzar y decidir.
Nos conocimos hace 20 años como integrantes de la «Cooperativa Barcelonesa d’Habitatges» que bajo el formato marcado por la ley de cooperativas de la Generalitat, ha construido 5 grupos de viviendas en Montbau, Horta, Collserola y Sant Cugat, el nuestro.
A finales de 2016 fui elegido por unanimidad «Liquidador» de. la Cooperativa. Tras año y pico de intenso «MBA», gestionando todos los activos y pasivos acumulados en mas de 40 años, ayer pude reunir a mis vecin@s y entregarles un talón nominativo a cada un@ por la devolución parcial del fondo que aportaron al Capital Social en su día.
En unos días procederé al cierre definitivo de esta admirable iniciativa social con la debida aprobación del Registre de Cooperatives de la Generalitat de Catalunya.
Para mi ha sido una experiencia completa de Dirección General; he tenido que mediar entre intereses muy dispares. He aprendido muchísimo pero sobretodo he ganado admiración por tod@s l@s que hemos hecho posible esta admirable fórmula que ha ayudado a tantas familias.
Sirva de ejemplo de que «si se quiere, se puede», de que hay historias de motivación social que si llegan a buen fin y de que realmente se puede aprovechar la reunión de vecinos como un auténtico MBA.
Saludos Gabriel,
Lluís
…. rememorando al leer este artículo, algunas reuniones en la empresa, y si, también en casa…
En breve comentario, retomo tu línea referente a la inversión de papeles (en aquello de la tendencia de ser victima o victimario) a juego de palabras, me atrevo a preguntar si la inversión mas bien puede ser en otro sentido; ¿nos atrevemos a INVERTIR tiempo en un análisis real de nuestras debilidades? O de menos, en preocuparnos por realmente ser mejores ( y con ello más libres). En fin, la inversión en más de un sentido.
De nuevo, gracias por este epítome removedor de consciencias.
La clave es tratar a los demás con la misma condescendencia/exigencia con que nos tratamos a nosotros mismos. En esta nueva mirada nuestra vulnerabilidad se pone al desnudo, como bien comentas. Este sábado en un curso justo pensaba en vosotros y en plantear ejercicios de este estilo allí en México. Mil gracias y mil recuerdos
Apreciado Gabriel, me ha encantado tu escrito en gestión de incompetentes sobre las dinámicas ocurridas en tú última reunión de vecinos y como éstas son “trasladables” a una reunión del consejo de administración de aquella u otra empresa.
Te / os escribo porque a finales del mes pasado -Mayo 2018- fui nombrado Presidente de mi Comunidad de Vecinos ( cargo al que me presenté voluntariamente y obtuve unanimidad ante mi candidatura) , te reconozco que al principio me presenté con cierta “broma” o “ironía” propia de este tipo de reuniones vecinales, pero ahora que han pasado 30 días desde el nombramiento de mi cargo, (éste dura un año y el balance se puede asimilar a los 100 días que se dan de margen a los presidentes de gobiernos) , permíteme unos apuntes que igual pueden enriquecer tu post y al mismo tiempo hacer una reflexión sobre “mi mandato”.
Pues, hasta día de hoy (y podría entender la moción que se presentara) el balance que hago de mis gestiones y mandato me es satisfactorio e incluso asumiendo que me califiquen de presuntuoso, mi balance personal de este mes supera el notable. Estoy contento, y ciertamente entusiasmado con el cargo.
Para ello expongo algunas razones de las que agradecería comentario.
– En primer lugar, te mencionare que, aunque al principio presentara mi candidatura en tono “jocoso” a los pocos días asumí la responsabilidad que supone el puesto, y no por una cuestión legal que me ampare (a los estatutos y acta me podría remitir) sino porque lo asumo de una forma si me permites “moral”, asumiendo mis aciertos y errores.
Sobre esto quiero hacer hincapié en la autoridad que tengo para tomar decisiones, (y evidentemente sí que puedo abrir la puerta al “consenso) pero pienso que los vecinos quieren a alguien que decida por ellos … que alguien les facilite la tediosa tarea de buscar alternativas. Decidir, decidir, decidir … es algo que aplaudo y “me” aplaudo. Asumo el riesgo de equivocarme, cierto, pero sigo la máxima de no procrastinar, y tampoco tomar decisiones inmediatas (eso podría parecer estar “demasiado encima de los asuntos) … si rápidas, pero no “ipso-facto”. Te comentaré que durante este mes he gestionado el cambio de la botonera del portero automático y el cambio de la puerta cortafuegos que da acceso al parking … y aunque no se ha acometido de forma inmediata, las tareas ya están acabadas.
– Otro aspecto que me parece idóneo a comentar y por el que estoy ciertamente satisfecho (puede que también tenga que ver con el “consenso”) Es que comunico al vecindario una vez se acaban las tareas o si surge algún inconveniente, y lo hago para informar, y aunque doy derecho a réplica, -previamente envío copia al secretario- intento hacerlo a gestiones casi consumados., porque así demuestro mi autoridad, mi gestión y capacidad de tomar decisiones. De momento no he tenido ningún reproche. Y utilizo todos los canales posibles para comunicarme, desde una hoja informativa “enganchada” en el espejo del ascensor, y en el vestíbulo portería del inmueble, hasta el grupo de “watts-up” que tenemos los vecinos. Si tengo que comunicar algún tema con un vecino “díscolo” lo hago en privado intentando ser asertivo con él y con todas las “miradas” del resto de vecinos. En todas mis comunicaciones hago servir las lenguas oficiales de la Comunidad.
Te confieso también que para acometer los puntos anteriormente citados dispongo de un “Staff” de apoyo también conocido como Administrador. Creo que abordaré el mandato ajustándome al presupuesto (eso es importante) No hace falta mencionar, pero por supuesto que eludo la malversación de fondos e intentaré acometer los proyectos sin derramas innecesarias.
Si el año que viene repito el cargo, ya te comentaré.
Saludos,
Tomae, presidente (Siempre firmo mis comunicados con nombre, apellidos y cargo pues encuentro odioso aquellos que acaban firmando “La Comunidad”)
Tu experiencia, como la que también ha compartido Lluís, demuestran que lo importante no son los ingredientes del punto de partido, sino la dinámica que se pueda llegar a crear. El liderazgo, la buena gestión, no es otra cosa que esta capacidad de emprender dinámicas en positivo.
Me interesa especialmente el papel del administrador, que a menudo no actúa como un Staff de apoyo, tal como dices. Muchas gracias por participar